Hay películas que transmiten una sensación de vida, como Mar Adentro, de Alejandro Amenábar. Yo era un poco reticente a ver una película en la que hubiera una sensación truculenta de atracción hacia la muerte. Me negaba a hacer una valoración moral. Sin embargo me he encontrado una película que destila vivencias, deseos, melancolía, poesía e incluso humor del protagonista. ¿Por qué morir entonces ? La vida que tenía antes del accidente Ramón Sampedro era la de un atractivo joven con una guapa novia, una dilatada experiencia en viajes por todo el mundo por su profesión de marino, y sobre todo, un puñado de sueños todavía pendientes de hacer realidad. Fueron veinticinco años paralítico en una cama pudiendo mover únicamente la cabeza. ¡Y vaya si la movía! Cientos de poesías, algunos inventos creados por él y mucho espacio para la música y algunas otras artes. En un momento dado conoce a dos mujeres, y la represión de su amor para no hacerlas sufrir acrecienta su deseo de morir. Es curioso ver a alguien que quiere empecinadamente la muerte cuando alrededor todos desean la vida. Excepto una mujer que pasa por una enfermedad que le llevará irremediablemente a morir. Antes la dejará paralítica, y luego será un vegetal física y mentamente. ¿Es mejor esto?
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